En estas fechas de finales de invierno, ya desde primeros de febrero y hasta mediados de marzo, cuando aún non reventaron los brotes de los árboles caducifolios, podemos ver en las riberas de nuestros ríos unas hermosas flores inconfundibles: los narcisos.
También conocidos en gallego como amarelles, componen el género Narcissus y forman parte de la familia de las Amarilidáceas. Tienen una distribución preferentemente ibérica y presentan muchos endemismos. En Galicia están presentes cinco especies, fácilmente diferenciables por su aspecto.
¿Cuáles de estos cinco narcisos podemos ver en As Mariñas? En Fragas do Mandeo hemos estado esta temporada recorriendo nuestra extensa red fluvial para tratar de localizarlos, pues tres de ellos están catalogados como especies vulnerables y no se conoce bien su distribución en la comarca.
Narcissus cyclamineus es inconfundible. Sus tépalos (así le llaman los botánicos a sus pétalos por no diferenciarse de los sépalos) son de un intenso color amarillo y están vueltos hacia atrás, separándose de este modo de la corona (esa especie de trompeta característica de los narcisos, que en este caso tiene forma de tubo). Lo encontramos en muy pocos sitios, pero en ellos no era escaso. Es endémico de Galicia y norte de Portugal, siendo insuficientemente conocida su distribución en nuestro país.
Por el contrario, localizamos con más frecuencia el Narcissus asturiensis, pero también con el mismo patrón de ser abundante en los enclaves en los que está presente —hasta el punto de que podían detectarse desde lejos—, pero ausentándose en largos tramos de río con hábitat aparentemente óptimo. Aunque es de tamaño pequeño como el N. cyclamineus, su aspecto sigue el patrón típico de un narciso.
El tercer narciso que buscamos, Narcissus bulbocodium, es realmente singular. Destaca por su desproporcionada corona, lo que le vale el nombre común de “trompeta de Medusa”. Aparece también en la orilla de los ríos, acompañando a N. cyclamineus y N. asturiensis, siendo realmente más flexible en su selección de hábitat; de hecho lo encontramos en praderías y robledales apartados de los cursos de agua.
Algo más tardío en florecer fue el Narcissus triandrus. No es raro, pues lo hemos visto hasta en las cunetas de las carreteras, pero no resulta tan fácil de localizar como los anteriores, pues tiene un color pálido, mucho más discreto, que se confunde fácilmente con la vegetación circundante. Es una especie endémica de la mitad norte de la Península Ibérica.
No encontramos el último de los narcisos gallegos, Narcissus pseudonarcissus, pero no descartamos su presencia, pues florece más tardíamente (de marzo a mayo). Es el narciso más grande de los cinco, con la forma típica, en la que los tépalos son habitualmente de un tono más claro que la corona. En Galicia se han citado las subespecies nobilis y moschatus.
Los narcisos gallegos están protegidos por las distintas normativas autonómica, estatal y europea. En el Catálogo Galego de Especies Ameazadas figuran en la categoría de vulnerables N. cyclamineus y N. asturiensis, así como la subespecie nobilis de N. pseudonarcissus. Los tres figuran también en el Anexo II de la Directiva Hábitats, acogiendo el Anexo IV a N. triandrus y el Anxo V a N. bulbocodium.
El género Narcissus está en fase de especiación, ese proceso de la evolución que lleva a formar nuevas especies por diferenciación de sus poblaciones. Por eso, aunque hemos dicho que son fáciles de identificar por su aspecto, para los taxónomos (los especialistas en la clasificación de los seres vivos) es un género complejo del que aún están debatiendo la definición de las distintas especies. Un motivo más para que nos preocupemos por su protección en la comarca de As Mariñas.
