En esta época, cuando los espinos se cubren espectacularmente de flores blancas y los arces esconden discretamente sus flores entre el follaje, los castaños se muestran poco madrugadores después del letargo invernal. En la finca que reforestamos el mes pasado, tras eliminar los eucaliptos, empiezan ahora a brotar. Tienen la competencia de los robles que sobrevivieron a la tala, pues sus copas ya exhiben una variada gama de verdes según las hojas maduran. Pero esas primeras hojitas de los castaños nos confirman que están prendiendo y que el trabajo valió la pena.
Con esa plantación no finalizaron las tareas. Ahora estamos trabajando en otra parcela nuestra en el monte de Espenuca. Antes tenía eucaliptos que rompían la armonía de la fraga. Ya cortados, ahora toca prepararla. Hay que apartar mucho ramaje que quedó de la tala librando espacio para cuando llegue el momento de plantar, disponer ramas en filas de modo que se evite la erosión del suelo, levantar los árboles autóctonos abatidos, atarlos y ponerles tutores, secar los tocones de los eucaliptos para que no rebroten… Si te animas a echarnos una mano en la hermosa —pero dura— tarea de regenerar la fraga, ponte en contacto con nosotros y te avisaremos en la próxima jornada de trabajo (en la sección Contacto tienes todos los detalles precisos).
Paralelamente al trabajo de campo hay otro menos visible. Continuamos negociando la adquisición de nuevas parcelas, preparando la próxima campaña de rastrillos y elaborando el programa de la semana de custodia, entre otros cometidos que nos apartan del monte. Uno de ellos fue visitar por segunda vez a la responsable de la Dirección Xeral de Conservación da Natureza, acompañando a otras entidades de custodia del territorio, con el objetivo de que impulsen oficialmente la custodia en Galicia y para instarlos a que cooperen con las entidades que estamos comprometidas con la conservación de la naturaleza a través de esta fórmula.
En el monte, en los despachos o delante del ordenador, seguimos trabajando.
