Los árboles autóctonos

Una diversidad a conservar

En la cuenca de los ríos Mandeo y Mendo los árboles son omnipresentes. Forman bosques en las riberas y en las laderas de los valles fluviales, configurando el paisaje y condicionando los hábitats en los que desarrollan su vida las distintas especies de animales y plantas.

Durante siglos la intensa explotación del medio restringió su distribución. Lugares actualmente arbolados aún muestran evidencias de cuando fueron prados o incluso viñedos. En aquellos tiempos muchas especies solamente sobrevivían en los lugares más abruptos.

La frecuencia de nuestros árboles está determinada por su adaptación a las características físicas del medio, a la resistencia ante la competencia de las otras especies y a la capacidad de dispersión de sus semillas, lo que les facilita la recolonización de nuevos espacios. Pero la distribución actual, a pesar del progresivo abandono de las partes del monte económicamente menos rentables, sigue estando condicionada por aquellos sistemas de aprovechamiento ya olvidados.

Uno de los numerosos papeles que representan los árboles silvestres es el de proporcionar los frutos que forman parte de la dieta de aves y mamíferos, sin olvidar los insectos y reptiles. Por este motivo es beneficiosa la existencia de una gran diversidad de especies en el bosque, de forma que a lo largo del año siempre exista alguno ofreciendo sus frutos o bayas.

Cuando se procede a la restauración ecológica de un monte, tras la corta de arbolado exótico, se echa en falta un conocimiento preciso de cómo podría ser la composición natural del bosque. Ante esta carencia parece conveniente favorecer la diversidad, reforestando con un elevado número de especies locales adecuadas a las condiciones físicas concretas de cada parte de la parcela, para que luego la naturaleza siga su curso.

Nuestras veintidós especies

Los botánicos han localizado en nuestra comarca la presencia espontánea de 22 especies de árboles autóctonos. Clasificándolos por el tamaño que pueden alcanzar, son los siguientes:

Macroárboles roble albar (Quercus robur)
(más de 24 m de alto)    castaño (Castanea sativa)
aliso (Alnus glutinosa)
fresno de montaña (Fraxinus excelsior)
arce blanco (Acer pseudoplatanus)
olmo montano (Ulmus glabra)
cerezo (Prunus avium)
 
Mesoárboles melojo (Quercus pyrenaica)
(de 12 a 24 m de alto) abedul (Betula pubescens subsp. celtiberica)
fresno de hojas estrechas (Fraxinus angustifolia)
 
Microárboles avellano (Corylus avellana)
(de 5 a 12 m de alto) sauce ceniciento (Salix atrocinerea)
laurel (Laurus nobilis)
acebo (Ilex aquifolium)
madroño (Arbutus unedo)
saúco (Sambucus nigra)
peral silvestre atlántico (Pyrus cordata)
arraclán (Frangula alnus)
espino albar (Crataegus monogyna)
endrino (Prunus spinosa)
mundillo (Viburnum opulus)
manzano silvestre (Malus sylvestris)

Algunas especies pueden cruzarse, dando lugar a híbridos que dificultan su identificación. Éstos son los casos de Quercus x andegavensis (híbrido de los robles Quercus robur y Q. pyrenaica) y de Fraxinus x oxycarpa (híbrido de los fresnos Fraxinus excelsior y F. angustifolia).

Por último, el brezo blanco (Erica arborea) y el mirto de turbera (Myrica gale), aunque están considerados arbustos, pueden alcanzar cierta altura.

En la lista anterior no figura el serbal de los cazadores (Sorbus aucuparia), pues de momento no se ha localizado, pero no se descarta su presencia en la parte alta de la cuenca porque aparece en las proximidades.

Tampoco se incluyen el nogal (Juglans regia) ni el pino marítimo (Pinus pinaster), por no estar acreditado su carácter autóctono; del mismo modo que el boj (Buxus sempervirens) y el taray (Tamarix spp.), en el caso de los arbustos.

Los árboles exóticos

Buena parte de los montes de nuestra comarca están ocupados por explotaciones forestales. Se localizan preferentemente en las zonas de menor pendiente, donde pueden mecanizarse los trabajos y así obtenerse una mayor rentabilidad económica. En ellas dominan el eucalipto blanco (Eucalyptus globulus) y el eucalipto peludo (E. obliqua). En los últimos años se ha pasado a plantar habitualmente E. nitens, reduciéndose la presencia de coníferas como el pino insigne (Pinus radiata). El roble americano (Quercus rubra) es el más destacable entre las caducifolias cultivadas.

El carácter invasor de determinadas especies exóticas les permite formar rodales que alcanzan dimensiones suficientemente grandes como para ser detectables a distancia. Los más comunes son la mimosa (Acacia dealbata), la acacia negra (Acacia melanoxylon) y la robinia (Robina pseudoacacia).

Debido a la intensa presencia humana, la lista de especies alóctonas que aparecen en el monte o en la costa es larga. Las más frecuentes son el lauroceraso (Prunus laurocerasus), el aligustre asiático (Ligustrum ovalifolium), el chopo híbrido (Populus x canadensis), el álamo branco (Populus alba), el ailanto (Ailanthus altissima), el mioporo (Myoporum laetum) y el plátano de paseo (Platanus hispanica).

Recursos

Guía de la vegetación natural en la cuenca del río Mandeo: Esta breve y detallada descripción de la flora de nuestros montes fue elaborada en 2016 con motivo de las XXV Jornadas Internacionales de Fitosociología. Sus autores son los destacados botánicos Javier Amigo Vázquez, Manuel Antonio Rodríguez Guitián, Joaquín Giménez de Azcárate Cornide y María Inmaculada Romero Buján.

Fecha publicación: 3-5-2018
Última modificación: 15-5-2018
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